45. No dejaré que vuelva a acercarse a ti
Elizabeth relató de a poco los años de dolor y sufrimiento, aferrada a una valentía de la que no quería volver a soltarse, lo que ese canalla le había hecho durante años, provocando que el salón de la mansión Torrealba estuviese rebosado de sollozos, nostalgia y apoyo indudable.
— Mi niña, mi niña — se lamentó su abuela. No podía creer que su adorada nieta hubiese pasado por algo así, dentro de su propia casa, y que ninguno lo hubiera sospechado — ¿Por qué jamás nos dijiste nada? No lo habríamos permitido.
Elizabeth bajó la mirada, avergonzada.
— No tienes por qué contarnos nada más ahora, mi cielo. Ha sido muy fuerte lo que has vivido — añadió Julia, pues ya suficiente habían tenido con aquella horrible confesión —. Solo deja que tu madre te estreche esta noche en sus brazos y te dé consuelo.
Ella asintió. No había nada que deseara más en ese momento que el cariño de su propia familia. Se arrepentía tanto no haber acudido antes a ellos.
Santos, por su lado, no podía ni quería ace