Su primera vez con Selene no tenía que haber sido así. Había sido paciente durante años para que ella se entregara voluntariamente; sin embargo, todo se había salido de control.
Los celos.
La idea de que ella pudiera estarlo engañando lo había llevado a tomar la peor decisión.
El punto era que Selene no lo estaba engañando —o al menos eso esperaba—, pero sí se había enterado de quién era verdaderamente.
La máscara se había caído por fin. Eso era bueno y malo, aunque más malo que bueno por muchos motivos. El principal era que ella ahora lo veía como un peligro para su hijo. Lo supo la noche anterior, cuando lo sacó de la habitación de Alan sin dejar que terminara de leerle un cuento. Pero no era así; no era un peligro. Claro, exceptuando lo que había ocurrido entre ellos, donde no había podido controlarse.
Pero respecto a Alan, lo amaba. Era su hijo, aunque no de sangre. Sin embargo, eso no había sido impedimento para que se creara un vínculo entre ellos.
Por eso ahora se encontraba en