Yo le exijo. Él me obliga
El silencio se alarga, el mutismo se vuelve insoportable. Siento el pulso latiendo en mis sienes, el aire que respiro me quema la garganta. Quiero ser la primera en largarse solo para que vea que no necesito su “permiso” para eso, pero es tan fuerte el duelo de miradas, que me cuesta mover mis pies.
«¿Qué hace?».
Verlo dar un paso atrás mientras se ajusta el saco de su perfecto traje entallado, es algo que me descoloca. Pensé que seguiría dándome pelea, que defendería a su mujer o al menos que me diría que ni loco la deja.
«¿De verdad no la defenderá?».
—Dentro de un mes tendremos nuestras primeras salidas públicas como duques de Estenmark —anuncia—. Comenzaremos con la conmemoración del Día de la Victoria y espero que logres comportarte en todo el desfile.
Me sé de memoria toda la agenda que tenemos en lo que resta del año, por eso no me sorprende que me diga nuestra aparición. Pero su advertencia es lo que me tiene sin palabras.
«¿Acaso eso significa que ya eligió?».
—¿Eso es todo?