El murmullo de la familia me envuelve como un oleaje sutil, constante, mientras avanzamos.
Todo está hermoso, a pesar de mis nervios, no dejo de maravillarme por toda la decoración que hay en el salón.
Cada arreglo de flores, pequeño o grande, me hace olvidar, por unos segundos, que cada paso que damos está siendo observado por todos.
Maximilian avanza a mi lado mostrándose como el esposo perfecto antes su familia. Yo sonrío, a pesar de sostener su brazo con más fuerza de la necesaria.
Hasta me siento posesiva con este hombre, cuando realmente no quiero soltarlo para no sentirme más nerviosa de lo que ya estoy.
El hecho de que sea yo la que lo esté tocando, no me priva de sentir esa carga eléctrica que logra sacudirme por dentro, como si cada músculo de mi cuerpo me recordara exactamente lo que me hace sentir este hombre a pesar de mi molestia.
La familia nos observa, nos sonríe, nos aplaude con educación. Y yo sonrío también, moviendo ligeramente la cabeza de un lado a otro para salud