Cerró su ordenador y suspiró. Ojalá pudiera decir que tenía una cuota diaria de Aidan en su mente y que esta se apagaba cuando la dosis se agotaba. Pero no era así. Temía que él se estaba convirtiendo en una especie de droga que le costaría dejar. Por eso había considerado retornar al trabajo en la clínica, como una forma de estar más ocupada. Pero, el rostro y el pedido amable y manipulador del hombre habían calado en ella y finalmente había decidido posponer la vuelta, solicitando un tiempo más, que le fue concedido con facilidad dado su historial de escasas vacaciones.
Era muy factible que para ello también hubiera incidido que el sinvergüenza de Jim, su ex… No podía llamarlo así, se recordó. Ella había sido la otra en un trío no acordado. Su ex amante estaba en la junta directiva que tomaba las decisiones y seguro la prefería lejos, hasta que ella recuperara lo que él llamaba cordura.
Recordar a ese imbécil hizo que un manto de tristeza se tendiera sobre su buen ánimo y fue direct