—Empezaremos mañana mismo.
—Sería mucho más fácil si estuvieras instalada en mí… En la casa de mi madre—se corrigió—. Podríamos hacer sesiones en la mañana y en la tarde— sugirió él.
No estuvo ajeno a que ella respingó y se mordió el labio inferior, zona que atrajo su mirada instintivamente, haciéndole imaginar cómo se sentiría esa boca sobre él. Parecía hecha para besar y dar placer. La fantasía de esos pétalos rojos envolviendo su virilidad casi le provoca un temblor. Estaba teniendo problemas para controlarse y no era broma.
—Es algo inusual. No podría… En verdad no hago eso. Además, estoy pensando en retornar a mi trabajo—dijo ella.
La vio dubitativa y el no recibir una negativa cerrada lo alentó a imponer más presión:
—Más rápido mi recuperación, con tu ayuda y profesionalismo, más rápido podré salir de tu vida.
Ella sonrió.
—Veré qué puedo hacer.
Él le devolvió la sonrisa. No podía esperar a tenerla veinticuatro horas cerca suyo.
Dio un mordisco a su bocadillo mientras volvía a