—Creo que esto no va a funcionar—ella se incorporó y acomodó su falda.
No necesitaba problemas, justamente estaba de vacaciones de su trabajo procurando restablecer su vapuleada salud emocional. No era bueno embarcarse en una lucha de voluntades con un hombre multimillonario acostumbrado a que todas las mujeres corrieran tras él. Ella era una mujer sencilla y de clase media a la que le gustaba una linda cena, música suave, vino y zapatos de marca. Aidan Monahan estaba fuera de sus ligas.
—No creí que fuera tan fácil —se jactó él.
Algo en la expresión de sus ojos, un brillo, la enervó. Podía hacerlo, podía lidiar con un hombre que se tenía en tan alta estima. Solo tenía que hacer su tarea, esa que solía realizar sin césar día tras día y guardia tras guardia. Debía fortalecerse, no permitir que la moviera de su eje.
Era muy sexy, pero su lado gruñón y malhumorado era fuerte. Si ella persistía y no se dejaba impresionar, él se aburriría y pronto comprobaría que era una profesional eficie