Cuando se dirigían al estacionamiento, los flashes de algunas cámaras los sorprendieron y Sharon respingó, nerviosa y trastabillando. Los periodistas y fotógrafos que permanecían en el lugar no eran deportivos, y no buscaban datos del juego. Seguramente mañana la prensa de espectáculos y cotilleos estaría posteando imágenes, preguntándose quién era esa mujer que lo acompañaba. No lo sabrían por él, no tenía intenciones de exponer a Sharon a esos buitres. Endureció la mandíbula y entrechocó los dientes, tentado de enviarlos al demonio y golpear algunos rostros, pero se contuvo, tomando la mano de Sharon con ternura y luego abriéndole la puerta de su deportivo.
—No te inquietes ni les des importancia. Deja que hagan su trabajo. Se han dedicado a hacer correr novedades y mentiras durante varias semanas.
—Van a pensar lo que no es.
—No es algo que tenga que preocuparnos, hermosa.
—No quiero que tengas problemas por mi causa.
—Tú jamás serás un problema ni podrías ocasionarlo, aunque quisi