—Tú... ¿eras aquel cliente?
Yo había crecido en un orfanato lleno de corrupción y descuidos, y había trabajado desde muy joven en una "casa de citas" como mesera para pagar mis gastos personales, preparándome y ahorrando al máximo para largarme en cuanto fuese mayor de edad. Ese era mi sueño: independencia y libertad.
Y la única vez que había ayudado a alguien, fue en ese momento. Ayudé al rico universitario que pagaba en una sola noche al bar lo de un mes de ganancias. Cuando su amigo, ebrio, lo golpeó con una botella y trató de matarlo frente a mis ojos, yo salí en su defensa. Incluso me quedé a su lado hasta que llegó la ambulancia, mientras le pedía una y otra vez que permaneciera despierto, casi rogándole que no muriera.
Y solo lo hice para no meterme en problemas, para evitar que la policía llegará y descubriera que yo, una menor de edad trabajaba en esa "casa de citas" disfrazada de bar.
—Tú me salvaste de muchas formas, Ann —me cambió el apodo a uno más íntimo y su pesado torso