Después de un baño renovador, me vestí con el uniforme y ya estaba lista para ir a cenar. Tenía mucha hambre.
— ¡Demasiada! — vociferé al bajar las escaleras del campus de camino al comedor del instituto.
— Nada como un buen estofado para terminar el día. — dijo Hernán mientras devoraba la comida de su plato.
Por mi parte no tenía tiempo de hablar, estaba demasiado hambrienta, tanto que apenas me senté, llené mi boca de comida.
— Tengan cuidado, podrían atracarse. — nos advirtió Ely.
— Si, aunque a mí me da más la impresión de que se van a ahogar en cualquier momento. ¡Ni siquiera están respirando! ¡¿Ves?! ¡¿Ves lo que digo?! — exclamó Ada totalmente espantada