Camila me miró con cara de inocencia y preguntó:
—¿A qué te refieres con eso?
—Todos saben que Carlos te consiente mucho, siempre te defiende en todo. Pero tú, en el fondo, sigues pensando en el señor Bernard —respondí.
Mateo se puso tenso, y alzó su mirada oscura hacia mí.
Yo no lo miré, me concentré en mi pobre hermano y, con una sonrisa irónica, le dije a Camila:
—Le das consejos a los demás con tanta seguridad, pero nunca reconoces tu doble moral. Eso sí que es "bondad".
—¡Mentira! Yo no pienso en Mateo. Todos saben que ahora soy como su hermana adoptiva —contestó.
—Mira nada más, qué dulce te suena ese "Mateo" cada vez que lo dices. Si juras por Dios que no sientes nada por él, me corto la cabeza aquí mismo. Y a mi pobre hermano, mientras tanto, lo tienes comiendo de la palma de tu mano. Qué talentazo —dije con sarcasmo.
—Aurora… —murmuró Carlos, incómodo, como pidiéndome que le dejara un poco de dignidad.
Me dieron ganas de reír.
Cuando atacaban a Valerie, ¿acaso pensaron en su d