Dicho eso, entró rápido a la casa.
Lo miré, con sentimientos encontrados.
El segundo cajón también lo metió en el maletero. Luego miró la enorme villa y sonrió con amargura:
—Ahora que ustedes se mudan, este lugar ya no parece un hogar… solo una casa vacía y sin vida.
—Cuando encuentres a alguien con el que de verdad compartas tu vida, te cases y tengas hijos, también conocerás la calidez de un hogar. Javier, uno siempre tiene que mirar hacia adelante. Si te aferras al pasado, al final solo te harás daño. Yo no recuerdo nada de eso, así que tú también olvídalo.
Javier sonrió, pero con amargura en la voz:
—¿Y por qué no fui yo el que olvidó? O mejor aún, ¿por qué no me borraron esa parte de la memoria? Así no habría regresado a Ruitalia buscando venganza, ni tampoco me habría vuelto a encontrar contigo.
Sí.
Conocer a Mateo fue un error. Y conocerlo a él, otra desgracia.
Ese verano no debí ir sola a casa de mi abuela; de ese modo no los habría conocido, y mucho menos me habría cruzado co