Capítulo 758
Esa noche, Mateo no pudo dormir nada.

A las tres de la madrugada, de repente se escuchó un llanto desde la habitación de los niños.

Se le encogió el corazón y salió rápido.

Abrió la puerta y encendió la luz de la habitación.

Con preocupación, vio a la pequeña Luki sentada en la cama, frotándose los ojos mientras lloraba a gritos. El niño, en cambio, le acariciaba la espalda para calmarla.

En cuanto lo vio, el niño se puso alerta:

—¡Papá malo, ¿qué haces aquí?! ¡Lárgate!

Mateo se quedó quieto en la puerta, apretando el puño.

Aunque estaba nervioso, le dolía ver esa mirada de rechazo y desconfianza.

Que sus propios hijos lo miraran con tanto desprecio lo lastimaba mucho.

La niña seguía llorando, sonando triste y asustada, lo que le partía el corazón aún más.

Aguantando la frustración y la tristeza, le preguntó con voz cariñosa a Luki:

—Hijo, dime rápido, ¿qué le pasa a tu hermanita? ¿Se siente mal?

—¡Fue por tu culpa! La asustaste y tuvo una pesadilla. ¡Eres un papá malo, no queremos que
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