Lo que no sabía en ese momento…
Es que el Mateo del futuro, con los ojos llenos de rabia, me agarraría del cuello y me gritaría que me fuera de Ruitalia para siempre.
Las cosas de la vida… siempre tan impredecibles.
Al salir del restaurante, varias personas nos reconocieron y empezaron a pedirnos fotos, incluso entrevistas sobre nuestra historia de amor.
Mateo les respondió de forma evasiva, luego me tomó de la mano y salió corriendo conmigo.
Era la primera vez que corría bajo la nieve, libre como el viento.
Él iba delante, agarrándome de la mano.
La nieve caía sobre mi cara, y aunque hacía frío, en mi mano y en mi corazón solo sentía el calor de su amor.
Corrimos hasta la orilla del río, donde no había nadie y el viento soplaba fuerte.
Mateo me acomodó la bufanda y el gorro, y me preguntó:
—¿Tienes frío?
Sonriendo, respondí:
—Todo es culpa tuya, por declararte de esa forma tan escandalosa. ¡Ahora soy famosa!
—Mejor, quiero que todo el mundo sepa que te amo —dijo Mateo, con una firmeza