En el mensaje, Mateo decía que Valerie daba señales de despertar. También decía que esa misma tarde, junto con Alan, la iban a pasar al hospital para empezar un tratamiento completo. Era, sin duda, la única buena noticia que había escuchado en mucho tiempo. Rápido le marqué a Mateo y me contestó casi al instante.
—Justo te iba a marcar para decirte que te levantaras a comer —escuché su voz grave del otro lado—. No esperaba que me regresaras la llamada tan rápido. ¿Ya te despertaste?
—Sí —le respondí.
Por el teléfono se escuchaba el ruido de hojas pasando y una pluma escribiendo en un papel. Me quedé callada un momento y le pregunté:
—¿Estás en la empresa?
—Sí. Alan ha estado cuidando a Valerie estos días y no ha podido ver los asuntos de la empresa. Yo ya descansé bastante, así que ya era hora de volver y ocuparme del trabajo.
—¿Y tu herida...? —le pregunté preocupada—. ¿No se te volvió a abrir hace un par de días? ¿Fuiste al hospital a revisarte?
—Te hice caso —rio despacio—. Ayer en