Si uno unía la conversación anterior con esta, era evidente que Camila le dijo que fuera allá solo para matarlo. ¿Cómo era posible que, aun así, él aceptara ir?
¿Sería que, incluso en ese momento, seguía sintiendo algo por Camila?
Después de colgar, Bruno se quedó completamente pálido, con la mirada perdida.
—Ella quiere que… mañana nos veamos en el Embarcadero del Sur —dijo.
—¿Y entonces? ¿De verdad piensas ir mañana? —le pregunté.
—No lo sé…
Bruno se cubrió la cara con ambas manos.
—No puedo imaginar que ella sea tan cruel. Prefiero creer que todo esto es un plan tuyo… algo que montaste para separarnos.
Por dentro me quedé con ganas de burlarme. Nunca había visto a alguien tan empeñado en mentirse a sí mismo.
Los hechos estaban delante de él y aun así no quería creerlos.
—Pues entonces ve mañana —dije entre risas, seca—. No te voy a detener. Es más, que su fuga sea todo un éxito y que vivan felices para siempre. Ah, pero antes… te aconsejo dejarme las pruebas de los crímenes de Camil