En silencio, Javier me miró.
Con miedo de que notara algún fallo en mi actuación, bajé la mirada y hablé, con la voz dolida:
—Al final, todo esto es culpa de tu hermana. Ella me ha hecho tanto daño… fue responsable de la muerte de mi madre y de que Valerie quedara en estado vegetal. Pero aun así, por ti y por mi hermano, decidí dejar atrás el odio. ¿Por qué sigue tratándome con tanto desprecio?
Exhalé despacio y me dejé caer en el sofá, agotada.
Los gritos agudos de Camila se escuchaban cada vez más lejos; seguramente Carlos había logrado llevarla fuera.
Javier apretó los labios y se sentó a mi lado. Me tomó la mano, con cuidado, y murmuró:
—Lamento mucho todo esto. No deberías sufrir por ella. Podemos ignorarla. Está cada vez más inestable.
—¿En serio podemos ignorarla? —me reí, con tristeza y un poco de amargura.
—Pero ella sigue siendo tu hermana, y es la mujer a la que mi hermano ama. Ustedes dos son las personas más importantes para mí. ¿Cómo podría fingir que no me importa alguie