Justo cuando Javier estiró la mano para tomarme del hombro, de repente escuché la voz de Mateo detrás de mí.
La mano de Javier quedó suspendida en el aire y al segundo la bajó.
Alcé la vista y noté que Mateo mostró una sonrisa amarga.
—Mi marido llegó, regresa a tu lugar —dije, seria.
—Y sobre Camila, hoy la protegí por Alan, pero va a llegar el día en que pague lo que le hizo a mi madre y a la madre de Mateo.
Javier bajó la mirada y guardó silencio. No insistí. Le lancé una mirada rápida y volteé para irme. Mateo ya estaba a mi lado, me rodeó con el brazo y miró a Javier.
Javier no dijo nada. Se miraron un segundo y él se internó en el hospital.
Cuando Javier se fue, Mateo bajó los ojos hacia mí. Acomodó mi abrigo con la mano y murmuró:
—¿Por qué no me avisaste que venías al hospital? Te busqué en casa y no te encontré. Asher me dijo que habías venido.
—Pensé que Waylon podía querer matar a Camila, así que vine de inmediato —le expliqué.
Mateo asintió.
—Asher ya me contó los detalles.