—Pero con Mateo aquí esto es distinto; y tú, si mueres, solo mueres. ¿En serio crees que tu vida está atada a la de Alan? —dije.
Cuando escuchó eso, Camila se puso pálida. Asustada, tomó rápido la mano de Carlos:
—Sálvame, Carlos, por favor... envía guardaespaldas para protegerme...
—Entonces... —dijo Carlos, con los ojos enrojecidos, mirándola—, si todo lo que dice es cierto, ¿de verdad tienes algo que ver con ese tal Waylon...?
—¡No! —Camila respondió en voz alta, pero al alterarse volvió a vomitar sangre.
Carlos entró en pánico:
—Está bien, está bien... te creo. No te alteres, cálmate...
Yo, burlona, puse los ojos en blanco y me di media vuelta para irme. Les pedí a los guardaespaldas de Asher que siguieran vigilando la habitación de Camila. Ella quería vivir, y Carlos la protegía, así que él seguro iba a reforzar la seguridad con más hombres. Por ahora su vida no corría peligro.
El problema era cómo sacar a Alan de la prisión preventiva. Mientras no hubiera condena, todavía había m