Con la vista borrosa, vi a Mateo soltar el humo del cigarro mientras me miraba en silencio, con esa mirada tan amenazante.Temiendo que se desesperara, ni pensé en descansar. Agarré la quinta copa.Pero, justo cuando iba a tomarla, una mano grande me agarró la muñeca.Era Michael, con una mirada que no podía entender:—Aurorita, ya no más. No necesitamos esta inversión.Intenté soltarme:—Déjame. Te dije que lo haría, y lo voy a cumplir. Faltan cuatro, no voy a dejarlo a medias. Sería como si las otras no hubieran servido de nada.En eso, Javier miró a Mateo y dijo:—Yo voy a tomar por ella.Mateo se le quedó viendo con una sonrisa llena de fastidio y respondió:—¿Te dio lástima? Entonces, ¿para qué la trajiste? Si aceptaste el trato, no te eches para atrás, sé hombre y llega hasta las últimas consecuencias.Javier lo miró, enojado. Iba a decir algo más, pero yo lo tomé del brazo y le sonreí:—No pasa nada, señor Martínez. Es solo un poco de alcohol, no es la primera vez que tomo. Ya ve
Me quedé impactada, no pude reaccionar cuando Mateo me agarró del brazo y empezó a jalarme fuera de la oficina.—¿Qué diablos haces? —intenté soltarme.Pero me apretaba con tanta fuerza que la muñeca me dolía. Iba tan rápido que apenas si podía seguirle el paso, sentía que me arrastraba.Ya me sentía fatal, el estómago me daba vueltas como si fuera a reventar.Con él llevándome así, lo único que pensaba era que iba a vomitar ahí mismo.Lo tomé del brazo, con la voz entrecortada por el malestar:—Más lento... por favor... creo que me voy a vomitar...Mateo suspiró con rabia, giró por un pasillo y me empujó al baño.Corrí al lavamanos y vomité todo lo que tenía del día, hasta que ya no salió nada más que agua amarga.El estómago me ardía, el cuerpo no me respondía.Apoyada en el lavamanos, sentía que me moría.En el espejo, lo vi ahí parado, contra la pared, con un cigarro en la mano, mirándome de reojo, como si nada.Cuando me calmé un poco, me enjuagué la cara con agua helada.El frío m
Mateo se rio en mi cara, se agachó y me miró:—¿Cómo que no sabías nada? Aurora, ¿a quién quieres engañar?—¡De verdad no lo sabía! —dije, apoyándome en el suelo, débil por el vino.Mateo dio una calada al cigarro y me habló con un tono sarcástico, sonriendo:—Lo que tu digas, supongamos que no lo sabías. Pero antes de venir, sabías perfectamente que él era el dueño de esta empresa. ¿Por qué sigues trabajando para él? ¿Por qué lo acompañas aquí y luchas tan duro por conseguirle inversiones? Aurora, ¿cómo se supone que te crea que no tienes nada con él?Él me miraba con desprecio. Sabía que dijera lo que dijera, no me iba a creer. Siempre había sido así, nunca me había dado confianza, solo me miraba con odio y desprecio. De todos modos, las cosas ya estaban así. Tenía que conseguir esa inversión para el proyecto de Michael.Apreté las manos con fuerza y miré a Mateo:—No hablemos de eso, hablemos solo del proyecto de hoy... sí mejor…—¡Aurora por favor! —Mateo gritó de repente.Me miró c
No alcancé ni a terminar la frase cuando Mateo me empujó contra la pared y me besó sin darme respiro.Era un beso rabioso, apurado, con ganas de castigar.Sentía que me ahogaba, me faltaba el aire, trataba de girar la cara, de escapar, pero eso solo lo hacía enojar más.Con una mano me agarró la muñeca cuando intenté apartarlo, y con la otra me sujetó por la nuca, apretando más fuerte.Me dolían los labios, me ardían al mínimo roce.No tenía cómo librarme, solo me salían quejidos.—¡Suéltala, animal!Esa voz retumbó fuerte.Era Javier.Mateo se detuvo y se dio la vuelta.Yo también miré.Ahí estaba Javier, parado no muy lejos, cigarro en mano, las manos en los bolsillos, mirándonos con una expresión aterradora.Nunca lo había visto así.Le habló a Mateo, sin filtro:—Señor Bernard, ¿pensabas secuestrar a una empleada de mi equipo sin avisar?Mateo sonrió, me jaló hacia él y le contestó:—Me estoy llevando a mi esposa, no tengo que pedirle permiso a nadie, no te metas.—¿Tu esposa? ¿Y ya
Mateo no respondió, solo le ordenó al asistente:—¡Arranca este maldito cacharro!El carro se puso en marcha de inmediato. Por la fuerza del arranque, me fui hacia atrás y, para no caer, me agarré de su cintura. Desde arriba, escuché su risa burlona:—Cuando estás borracha, te pones más lanzada de lo normal.¿Lanzada? ¿De qué habla? ¡No entiendo nada! ¡Y aún no resolvemos lo del proyecto! ¿A dónde me lleva?Me apoyé en su pecho, tirando de su camisa:—Mateo, ¿podemos regresar? Firmemos el contrato de inversión. Si tienes otras condiciones, las aceptaré, pero invierte en nuestro proyecto. Este plan tiene futuro, nuestro jefe es muy inteligente. Si inviertes, seguro ganas mucho...—Je, como digas, cariño.Levanté la vista y me topé con su mirada burlona. En ese momento, mostró todo su desprecio hacia mí. Me mordí el labio y murmuré:—Mateo, no me subestimes. ¡Algún día te pasare por encima!—¿Ah, sí? —se rio—. Bueno, ojalá eso no se quede solo en palabras, ¿vale?—No estoy hablando por ha
Pero, qué raro, ni siquiera me dio miedo ver a Mateo con esos ojos.Me limpié la boca y le solté una sonrisita boba:—Vaya, de por Dios, no fue con intención... además... ya te había dicho que quería bajarme.—¡Aurora, maldita!Gritó con tanta rabia que todo se me volvió negro y me desmayé.Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que estaba en el baño.Escuchaba el agua correr y sentía el cuerpo calentito.Unos dedos ásperos recorrían mi piel y el olor a jabón flotaba en el aire.Estaba tan a gusto.Suspiré de alivio y abrí los ojos.Frente a mí, el tipo con cara seria: Mateo.¿Esto era un sueño? ¿En serio me estaba bañando?—Aurora, me das tanto asco. En cuanto despiertes te voy a poner en tu lugar, puerca —dijo mientras me lavaba, con odio en la voz.Parecía que de verdad quería arrancarme la piel.Qué curioso que hasta en mis sueños me siguiera odiando tanto.Bueno, me porté muy mal con él en el pasado, así que era lógico que no me tratara muy bien.Pero, ¿y si yo fuera un poco más bue
Mateo estaba inquieto y me abrazó, pidiéndome disculpas. Esto parecía un sueño. Miren, el Mateo amable de antes había vuelto.Mateo me acostó cuidadosamente en la cama, me acarició la nuca y me preguntó:—¿Te duele mucho?Mordí mi labio y asentí, todavía sintiéndome muy culpable. Le había mostrado afecto antes, pero él aún me regañó.Probablemente vio mi mirada de desprecio, porque me susurró pidiéndome disculpas. Luego se levantó para irse.Me desesperé y, a toda prisa, tomé su brazo:—¡No te vayas por favor!Él se giró para mirarme:—Solo voy a buscar el botiquín, parece que te golpeaste la cabeza muy feo.Contesté rápidamente:—No, no, no me duele, no me duele, pero, no te vayas.Dicho esto, volví a abrazarlo por la cintura. Su cintura era firme y delgada, me daba una sensación de seguridad.Apoyé mi cara contra su abdomen y dije en voz baja:—No te vayas, no quiero que te vayas.Su cuerpo se tensó un poco, luego miró hacia abajo, viéndome fijamente. Le levanté mis ojos llenos de
Mateo me besó lento y con cariño, como si estuviera protegiendo su tesoro más querido. Levanté las manos y las paseé por su cuello, también besándolo. ¿Qué importa si solo es un sueño? Los sueños son breves, entonces voy a permitirme disfrutar de este momento un rato. Mi iniciativa despertó el deseo más profundo de Mateo. Continuó durante toda la noche, y todo fue tan suave. Cuando la pasión llegó a su punto máximo, me abrazó fuerte, susurrándome una y otra vez que me amaba. Estaba tan aturdida que no podía distinguir entre el sueño y la realidad, mientras miraba las cortinas moviéndose por el viento junto a la ventana. Al final, no recuerdo cuándo me desmayé.Cuando desperté, ya era mediodía del día siguiente. Las cortinas estaban cerradas, la habitación estaba tranquila y la luz era suave. Me cubrí la cabeza, que me dolía muchísimo, y miré a mi alrededor, pero no vi a nadie. Mis ojos estaban muy irritados, mi estómago me dolía, y mi cuerpo estaba completamente agotado. Hice un esfuerz