Me incliné, confundida, a punto de preguntarle qué pasaba, cuando Valerie me hizo una seña para que guardara silencio. Cerré la boca al instante.
Valerie sonrió, tranquila, y dijo por el celular:
—Ah, ya veo, señor Bernard.
Sentí muchos nervios.
¿Señor Bernard?
¿Mateo?
Vi la reacción de Valerie y supe que era él.
¿Qué hacía Mateo llamándola?
Valerie me miró de reojo y puso el altavoz.
Contuve la respiración mientras miraba el celular.
La voz de Mateo, más grave que nunca, se escuchó fuerte:
—¿Sabes dónde está viviendo Aurora?
Me quedé tiesa, sin poder moverme.
Mateo había conseguido llegar a mí por medio de Valerie.
Ella, que sabía actuar como nadie, enseguida se metió en el papel.
Con tono preocupado, dijo:
—¿Qué pasó con Aurorita? ¿Nada qué aparece? ¡Ella no me ha buscado! Mateo, ¿qué le hiciste? ¿Acaso tuvieron otra discusión y se dejaron?
La miré asombrada y levanté el pulgar, su actuación era espléndida.
Su tono sonaba tan real que casi me lo creía yo también.
Valerie me dedicó un