Pero, qué raro, ni siquiera me dio miedo ver a Mateo con esos ojos.Me limpié la boca y le solté una sonrisita boba:
—Vaya, de por Dios, no fue con intención... además... ya te había dicho que quería bajarme.
—¡Aurora, maldita!
Gritó con tanta rabia que todo se me volvió negro y me desmayé.
Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que estaba en el baño.
Escuchaba el agua correr y sentía el cuerpo calentito.
Unos dedos ásperos recorrían mi piel y el olor a jabón flotaba en el aire.
Estaba tan a gusto.
Suspiré de alivio y abrí los ojos.
Frente a mí, el tipo con cara seria: Mateo.
¿Esto era un sueño? ¿En serio me estaba bañando?
—Aurora, me das tanto asco. En cuanto despiertes te voy a poner en tu lugar, puerca —dijo mientras me lavaba, con odio en la voz.
Parecía que de verdad quería arrancarme la piel.
Qué curioso que hasta en mis sueños me siguiera odiando tanto.
Bueno, me porté muy mal con él en el pasado, así que era lógico que no me tratara muy bien.
Pero, ¿y si yo fuera un poco más bue