El cuerpo entero de James Moretti se tensó ante las palabras de la estudiante.
—¿Perdió al bebé? —el sabor de las palabras era como vidrio roto en su boca.
La universitaria de pelo azul le lanzó una mirada fulminante, apretando los libros contra el pecho.
—Un desgraciado la dejó embarazada y desapareció. Ni siquiera se presentó cuando se desplomó. —cada sílaba sonó como un disparo en el silencio del campus.
Sofía había estado esperando a su hijo.
Su mente volvió al hospital: el rostro pálido de Sofía en el ascensor, el papel arrugado en su puño. ¿Y él? Llevando a Victoria a su cita prenatal como un maldito caballero.
—¿Dónde está ahora? —la pregunta le salió como un desgarro.
Los labios de la chica se tensaron.
—Se fue. Partió a Suiza la semana pasada.
Suiza.
Los formularios de solicitud que él había ridiculizado. La nieve que aseguró que ella odiaría. Cada comentario despectivo ahora era un cuchillo girando en su estómago.
A medianoche, James seguía en la oficina de su ático, arrancan