Yestin camina hasta entrar en la mansión, buscando desesperadamente en una habitación sin saber de quién es. Se sienta en la cama viendo ese gigantesco vestido manchado de ese color rojizo. Maldiciendo en su interior a esa mujer.
—Espero que no vayas a llorar porque esa mujer te hizo eso —se escuchó una voz varonil.
La joven se estremece y levanta la vista, encontrándose con el señor Donatello de pie en el balcón.
—¿Cómo ha entrado aquí? —preguntó ella un poco asustada.
—Por el balcón, pero no tengas miedo, tú sabes que no te haría nada.
—¿Entonces por qué está aquí? —demandó ella.
—Ya te lo dije, necesito asegurarme de que estás bien, pero por lo visto, a pesar de estar ya casada con el señor De la Rua, no tendrás calma —mencionó el hombre dando unos pasos hacia el interior de la habitación.
—¿Y qué me recomienda que haga?
—Es fácil, ella lo hace porque está más que claro que está celosa, pero tú ya tienes algo que nunca será de ella y eso es el señor Castiel. —Q