—Raina, ¿a qué hora llegas? Te preparé...

Al contestar el teléfono, Carla preguntó amablemente, pero no terminó la frase antes de que Iván la interrumpiera.

—¿Otra vez hiciste la sopa especial?

—Hijo, ¿estás con Raina? ¿Cuándo vuelven? —preguntó Carla con un tono especialmente alegre.

—No volveremos, será mejor que tomes la sopa, quizás con un poco de esfuerzo, tú y papá puedan darme un hermanito —Iván dijo esto mientras Raina sentía cómo se le tensaba la cara.

Carla, al oír esto, no pudo evitar regañarlo.

—Solo sabes hablar sin pensar, pásale el teléfono a Raina, que lo oiga.

—Ni siquiera quiero oírlo yo, ¿cómo voy a dejar que ella lo haga? —Iván no escatimó en responderle con rudeza.

Aunque Raina no contestó el teléfono, lo oyó todo. Solo fingió no oír. Dejó que Iván tomara el teléfono porque no quería meterse en ese problema.

—Ya basta, estamos bien aquí. Si quieres nietos, deja de hablar tanto, colgar ahora mismo es más efectivo que pedirle cualquier cruz a alguien. —Iván guardó el