Capítulo 88 Vine a pedir perdón.
Diego seguía tarareando.
Había estado cantando, desde canciones alegres hasta otras deprimentes, durante una hora. Sus ojos no dejaban de fijarse en Iván una y otra vez.
Había recibido una llamada para venir allí, y cuando llegó, Iván ni siquiera dijo una palabra, simplemente estaba ahí, sentado, en silencio.
¿Por qué estaba sentado? Diego lo entendía perfectamente. Probablemente estaba esperando agarrar a alguien en el acto.
Pero esas palabras, “agarrar en el acto”, no se atrevería a decirlas frente a Iván.
—Iván, voy a ir al baño —dijo Diego, ya con la vejiga a punto de reventar.
Iván no respondió, simplemente se recostó. Si le dijera que estaba vivo, ni un suspiro salía de su boca; si dijera que estaba muerto, sus ojos no parpadeaban.
Diego abrió la puerta del auto, y cuando puso un pie en el suelo, dijo:
—Iván, te pido perdón por haber asumido cosas que no son.
—¿Eh? —respondió Iván con un sonido nasal.
—Veo que a esa mujer de verdad la quieres para casarte con ella —dijo Diego, as