“Perdón... retiro lo que acabo de decir”.

“No quise decir nada más, solo me alegró mucho que nos encontráramos en otro país”.

“¿Viniste de vacaciones o por trabajo?”

Raina abrió el celular y vio tres mensajes nuevos en WhatsApp.

Rayo.

Hasta ahora no sabían sus nombres reales; ella lo llamaba Rayo, y él la llamaba Luna, porque eso tenían de nombre en la aplicación.

Raina subió un poco en la conversación, solo había mensajes de él enviados ese mismo día. Ella acostumbraba a limpiar con frecuencia su celular, así que casi no quedaban rastros de nada.

Precisamente por esa costumbre fue que terminó enviando un mensaje equivocado a Iván.

Al pensar en Iván, a Raina se le aceleró el corazón.

Era como un leopardo: ya le había tendido la trampa, y aunque todavía no la tocaba, era cuestión de tiempo. Ella no iba a ser un cordero esperando ser degollado, así que debía prepararse para enfrentarlo.

"Rayo, de ahora en adelante no volveré a contactarte".

Escribió el mensaje, lo miró dos segundos y lo