Capítulo 52 La señora Herrera juega bastante sucio.
No sabía bailar, pero podía intentarlo; así por lo menos le evitaba al anciano un momento incómodo.
Raina entendía bien el dolor de que la rechazaran. Durante todos esos años, los demás siempre la vieron radiante y elegante, pero nadie sabía cuántos rechazos aguantó.
Además, ese anciano podía ser su abuelo, y que la invitara era una muestra de cariño.
—Si te caes, no te voy a cargar. —Iván sí que sabía menospreciar, siempre con palabras crueles.
Raina sabía que lo hacía a propósito y tampoco iba a dejarse.
—Entonces abrázame.
Dicho esto, ya estaba frente al anciano. Él no la tomó de inmediato, sino que le dio una vuelta alrededor y luego volvió a tenderle la mano.
Ella extendió la suya y, en el acto, sintió que perdía el control de su cuerpo. Era como si llevara patines y el anciano la guiara.
Se sentía ligera, como si le hubieran salido alas. Era una sensación increíble, algo que nunca había vivido.
Creía que, por no saber bailar, su cuerpo estaría rígido, pero se equivocó.
El anci