Ese día, la familia Herrera celebraba una boda tradicional católica. Curiosamente, ese era exactamente el tipo de ceremonia con el que Raina siempre había soñado.

—También hemos preparado un vestido de novia para ti, ¿quieres ponértelo? —preguntó Iván con calma.

Ella ya lo había notado: aunque todo eso había comenzado como un error, tanto Iván como toda la familia Herrera habían puesto un cuidado meticuloso en cada detalle.

Desde la decoración del salón, las fotografías de la boda, hasta el vestido hecho especialmente para ella, todo era prueba de eso.

Iván la llevó al piso de arriba. Allí, una muchacha de aire delicado apareció frente a ellos. Parecía tener diecisiete o dieciocho años, y sus ojos claros, aunque bellos, mostraban un enrojecimiento en los bordes, como si acabara de llorar.

—Hermano —dijo la joven, aunque su mirada se fijó intensamente en Raina.

Todos sabían que Iván tenía una hermana menor, la princesa de la familia Herrera. Raina nunca la había visto, pero comprendió d