Capítulo 23 Solo te quiero a ti.
Iván estaba parado junto a la ventana. Su figura erguida bajo la luz era como una línea que dividía el mundo en dos mitades: una de alegría y festejo, otra de calma y paz.
Detrás de él sonaron unos pasos que se detuvieron a su lado.
—Iván, Noel aún no se ha ido. Está afuera de la mansión. ¿Quieres que lo echemos? —preguntó Diego Leal.
Los oscuros ojos de Iván se fijaron en ese hombre desaliñado, aun con sangre en la cara, que estaba a decenas de metros.
—No. Que vea todo con sus propios ojos, solo así va a tener claras las cosas. Hay que romperle el corazón.
Diego asintió.
—Esa siempre ha sido tu especialidad.
La cara seria y distinguida de Iván había perdido toda la ternura que mostraba frente a Raina. Sus ojos tenían un brillo peligroso, aunque sutil.
—¿Y los invitados? ¿Han dicho algo? —preguntó.
—Después de lo que dijiste, nadie se atreve a hablar. Aun así, no significa que no se imaginen cosas o luego hablen a tus espaldas —respondió Diego, un poco molesto—. Iván, con lo que hizo