Lo que sentimos (2da. Parte)
El mismo día
Islas Maldivas
David
Supongo que el verdadero amor es aquel que no ata, que no se sostiene con mentiras. Y lo entendí demasiado tarde. Era hora de revelarle la verdad a Cristal, aunque eso significara cargar con su odio y su abandono.
Fue difícil contarle que no estábamos casados. Cada palabra me pesaba en la lengua, cada segundo sentía el corazón apretado, el miedo y la vergüenza mezclándose en una sola punzada. Y como era de esperarse, estalló.
Los reclamos, los insultos, sus golpes en mi pecho… todo vino como una tormenta. Pero en medio de ese caos, entre lágrimas y rabia, lo único que me importó fue escuchar su voz temblar cuando lo confesó: se había enamorado de mí.
En ese momento el resto dejó de importar. Juro que quise gritar de felicidad, abrazarla, pedirle otra oportunidad… empezar de nuevo.
Pero hice algo mejor: dejé de hablar y la besé.
La besé con miedo, con verdad, con pasión, con amor. Y ese beso fue el inicio de una reconciliación distinta, real. Por prime