Lo que sentimos (1era. Parte)
La misma noche
Islas Maldivas
Cristal
La mayor estupidez del ser humano es querer controlar lo que no puede. Y yo, de alguna forma, lo hacía: buscando respuestas, revisando cada detalle, intentando entender quién nos perseguía. David, mientras tanto, ya elaboraba teorías. Me culpaba, me lanzaba indirectas, incluso se permitió una escena de celos con Matthew.
A ese punto ya no sabía cómo encasillar sus reclamos. ¿Era pose de macho herido? ¿De verdad sentía algo por mí? Por último, ¿por qué no podía actuar como la gente normal y simplemente decirme: “Cristal, te amo, lo siento”?
No. David tenía que explotar. Tenía que justificarlo todo con excusas baratas, como si con eso pudiera reparar lo que rompió.
Me encerré en la habitación, buscando algo de orden dentro del caos en que se había convertido mi vida. Puse en una balanza lo que sentía por él, lo que había perdido, lo que aún podía arriesgar. Sin embargo, era como caminar dentro de un laberinto donde cada puerta me dejaba con un nudo