Las dos semanas pasaron volando, el día de la boda llegó. Y aquí estaba yo sintiendo mi corazón explotar de alegría, con mi rubia bestia a mi lado sosteniendo con firmeza mi mano tratando de transmitirme paz, tranquilidad, compañia.
Él siempre estaría sosteniendo mi mano, él nunca me abandonaría.
Por ello y por muchas, muchas cosas más lo amaría inmensamente por el resto de mis días.
El hombre frente a nosotros hablaba, yo sin embargo no podía escucharlo aunque fingía que sí. Con una sonrisa en mis labios miré sobre mi hombro para encontrarme con la mirada de nuestros invitados.
Carmen nos miraba con los ojos llorosos, conmocionada por el hecho de que su pequeño y rubio bebé estaba dando un gran paso en su vida. Amelie y Hansel, estaban cada uno parados a nuestros lados. Teníamos que elegir testigos, obviamente que Damián eligió a su amigo de toda la vida ¿Y quien mejor que la mujer de ese amigo para completar la pareja testigo de nuestro enlace?
Cam me dedicó una sonrisa al percibir