Desde pequeña, Ámbar vivió en carne propia lo que es el verdadero dolor y sufrimiento. En un trágico accidente automovilístico, Ámbar pierde a toda su familia quedando sola en el mundo, o eso pensaba ella, hasta que llego al orfanato y conoció a Cameron. Damián perdió a su madre cuando era un niño, quedando a cargo de su padre "El rey de la mafia", puesto que pasó a ser de Damián cuando su padre muere. La vida de ambos cambian cuando Ámbar es secuestrada por Damián. Ella hará todo lo que esté en sus manos para poder escapar de las garras de la bestia y él ahora lo imposible para que eso no suceda. Ámbar tendrá la libertad de hacer lo que quiere, todo menos ESCAPAR DE ÉL.
Leer másÁMBAR.
—¡Am! ¡Rápido! ¡Llegáremos tarde al trabajo!— grita Camerón –mi mejor amigo– algo histérico.
—Espera un momento, cam. – digo con calma, terminando de colocar los zapatos en mis pies.– bien, ya vamonos– añado levantandome del sofá de mi pequeño departamento y tomando mis cosas ya listas en un bolso.
Camerón hace una expresión de “por fin” y yo achicó los ojos en su dirección en un claro gestó de advertencia.
—Bien, bien, ya no te molesto más, mejor vámonos, pequeña– dice pasando su brazo por sobre mis hombros y encaminadome a la salida.
Camerón Cooper, es mi mejor amigo desdé los doce años, para mí es como mi hermano, sólo nos tenemos el uno al otro. Lo conocí en el orfanato al que fuí a solo dos días de la muerte de mis padres y hermano, ellos eran mi única familia y perderlos dejo una marca muy grande en mi vida.
Quizás, no hubiese podido lidiar con ese dolor de no ser por él, Cam llevaba en aquel asqueroso lugar cinco años cuando yo llegué. Él fue el único apoyó emocional, cuando nadie estaba, Él es mi familia ahora.
—...¿Me éstas escuchando am?—pregunta cam, sacandome de mis pensamientos. Lo miré por unos segundos con confusión.
—Lo siento, pero no.– dije soltando un risita nerviosa y ganandome una mirada reprobatoria.
—¿Que si quieres que me quedé en tu departamento hoy? te veo un poco distraída. ¿Necesitas compañía?– pregunta conciliador.
—No te preocupes Cam, sólo estoy pensando, nada más, quedate en tu casa, sabes que si necesitara de tu ayuda te lo diría. Estoy bien.– respondí mirandolo distraída.
El rechinar de unos neumáticos seguidos de el estruendoso sonido de un claxón me alertan pero antes de que pudiese reaccionar los dedos de Camerón se enredan en mi antebrazo y me jalá con demasiada fuerza hacia atras.
Siento mi pecho subir y bajar muy rápido, siento él corazón palpitar apresuradamente, mis piernas flaquean a causa del sustó pero simplemente de mi boca no sale absolutamente nada. La voz de Cam –preguntando miles de cosas que en este preciso momento no logró descifrar– suena lejana, muy lejana y sólo puedo ver sus labios moverse, hasta que decido colocar la mirada en el auto que casi provocó mi muerte.
Nadie ha bajado. A una muy poca visibilidad debido a que los cristales del auto son polarizados, puedo ver al chofer del mismo, aún lleva las manos en el volante. El auto es negro, imponente, lujoso, el auto de un millonario sin duda.
—¡Hey! ¡Am! ¡Ámbar! ¡Dime algo! ¿¡estas bien!?– la voz desesperada de Camerón, ahora más fuerte me hace volver la mirada a él y asentir.
—S-si — carraspee para tratar de quitar el miedo que estaba impregnado en mi voz—Estoy bien— logró decir al poder controlar un poco mi voz.
—¡Dios! Pequeña, me has dado un buen sustó ¿Como no te fijas al cruzar la calle?— dice más calmado.
—No pasó nada. Vamos o llegaremos tarde al trabajo– digo y ambos emprendemos nuevamente el camino, pero sintiendo una penetrante mirada desdé el auto que casi me mata, giró mi vista en su dirección aún sin poder ver nada, siento que desde el auto me miran muy intensamente.
****
La hora sobrepasaba la media noche, estaba exahusta, pero áun me faltaba una última mesa por limpiar para poder irme a casa.
—¡Hey! Ámbar ¿me estas escuchando?–—pregunta cam, llamando mi atención y asiento aunque definitivamente no lo había escuchado.— ¡mientes!— exclamá, conociendome a la perfección— tranquila, pequeña, solo fue el susto, te aseguro que nadie te estaba mirando. El muy cobarde ni siquiera se atrevió a salir del auto.– añadió segundos después. Cuando seguimos el trayecto a la cafeteria después del suceso, le conte a Camerón que sentía que desde el interior del vehículo alguién me observaba y me dijo exactamente lo mismo que ahora.
—Si, talvez fue solo el sustó...—susurré terminando de ubicar la última silla sobre la mesa— ya he terminado, cam, ¿y tú?—pregunté mirándolo terminar de limpiar la barra.
—Si, ya terminé ahora si nos podemos ir— respondió, ambos nos dirijimos a la habitación de empleados por nuestras cosas y de pasó avisarle a la dueña de la cafeteria que ya habíamos acabado nuestras tareas y retirarnos.
Salimos de la cafetería, no sin antes despedirnos de nuestros compañeros que áun seguían con su labor, y emprendimos camino a casa.
La cafeteria no estaba muy lejos de casa, sólo eran dos cuadras del lugar para llegar a mi departamento, y una más para llegar al edificio donde vivía Camerón.
En la zona aún transitaban personas y autos apesar de la hora no era para nada extraño ya que vivíamos y trabajábamos en pleno centro de la ciudad.
—¿Crees que si nuestras familias estuvieran con nosotros las cosas serían distintas?– la pregunta tan repentina de Camerón hizo que lo volteara a ver, tenía las manos metidas en los bolsillos de su sudadera y la mirada puesta en el piso, estaba pensando en sus padres.
Un poco de tristeza me invadio, al recordar a mi familia, y un poco del mismo sentimiento mezclado con algo de resentimiento hacía la madre de Cam, porqué su historia sin duda no era la de una familia muerta con un único sobreviviente como la mía, no, su historia es la de una pequeña familia de tres integrantes; Padre, Madre e hijo, eran una familia feliz, hasta que a los nueve años de Cam, su padre fallece en manos de unos delincuentes que le arrebataron la vida, la madre sin saber que hacer, dolida por la muerte de su esposo y en un arrebató de cobardia deja a su pequeño niño en las puertas de un orfanato.
—En definitiva hubiera sido muy diferente– susurré con delicadeza, mirando al frente.
—Para tí hubiese sido diferente porque a tí si te querían, en cambio para mi hubiera sido una completa mierda– dijo dolido, y lo abracé.
—Me duele mucho que mi familia haya muerto, no tienes idea de cuanto me duele, pero gracias a eso te conocí a tí, Cam, y gracias a tí he aprendido a vivir con el dolor de no tenerlos– susurré contra su pecho–la mujer que te dió la vida, no sabe a todo a lo que renunció por cobarde.
—No sé que hubiera hecho si tu no hubieras llegado a ese lugar, am– dijo con la voz ahogada. estaba llorando.
Me separé un poco de su cuerpo y le di una sonrisa para luego depositar un beso en su mejilla.
Ambos reiniciamos la caminata pero esta vez abrazados y en silencio, ambos imaginando como hubiese sido nuestra familia si no hubiran ocurrido las desgracias que nos pocisionaron en el lugar en el que estabamos ahora. Imaginando como se sentiría que tus padres se sintieran orgullosos de tí, o salir a algún lugar con tu hermano, el vivir con mi familia y no sóla, estudiar en la misma universidad en la que quería estudiar mi hermano antes de morir y no en la que estudió yo ahora o simplemente ser parte de una familia.
Mi unica familia ahora es Cam.
Una sonrisa triste se dibujo en mis labios y levanté la vista justo cuando estaba llegando a la puerta de mi edificio.
—Sana y salva hasta tu hogar— dijo Camerón mostrando una sonrisa que no llegó a sus ojos.
—Gracias Cam, te quiero.—dije abrazándolo de nuevo.
—También te quiero, pequeña, pero vamos entra, entra, para que duermas algo y no se te haga tarde para ir a la universidad—dijo y lo solté. Me adentre al edificio, saludé al portero y seguí mi camino hasta el ascensor, mientras esperaba que abriera las puertas giré para mirar a Cam atraves del cristal que dividia el living del edificio de la intemperie, áun seguía allí fuera esperando que yo subiera al ascensor como siempre para él irse tranquilo
Le sonreí y él me devolvió el gesto, el ascensor se abrió y yo volví a dar la vuelta para subir y luego pocisionarme de nuevo del mismo modo; observandolo a él, las puertas Empezarón a cerrarse y antes que lo hicieran por completo miré el auto estacionado frente al edificio, ese que estaba justo a las espaldas de Camerón.
Era el mismo auto que hace unas horas casi me atropella.
Policías por todos lados, ambulancias, bomberos e incluso había periodista que se mantenían alejados por otros policías que protegían el perímetro. Podía sentir los flashes a mis espaldas, el bullicio de todos, los periodistas preguntando cosas a los policías y en ocasiones gritándolas hacia mí.Había entrado en pánico pero yo misma logré salir de él, y ahora sólo estaba allí parada, a un lado de la camioneta, con los ojos fijos en el lugar que los bomberos habían logrado apagar. Las lágrimas caían de manera incontrolable, mi mente estaba pérdida en lo que hubiese pasado sí no me hubiera ido, sí no lo hubiera dejado.La hora pasaba las doce de la noche y aún no tenía noticias suyas, más de una hora había pasado desde la explosión y nadie había identificado nada, tenía la esperanza de que él no estuviera allí, me mantenía de la idea de que quizás fué el quien provocó el incendio para matarlos a todos, pero sí era así entonces ¿En dónde estaba él? ¿Por qué no había salido?Un policía se
—¡Ámbar!— está lejos, puedo escuchar su voz muy lejos. Mi corazón reaciona y reanuda su marcha a una velocidad alarmante, sé lo que ha sucedido, quiero despertar, te puedo escuchar, pero no puedo... No puedo verte.—¡Ámbar!— ¡Estoy aquí, Damián! ¡Estoy aquí!— ¡¿Dónde está, hijo de puta?!Debo despertar, debo hacerlo ¿Que está pasando? ¿Que sucede? ¿Dónde estámos?Con esfuerzo y poniendo todo de mí logro abrir los ojos. Todo está oscuro, tan oscuro que mi corazón da un vuelco para luego retomar su marcha de manera aún más veloz. Puedo escuchar su voz, sus gritos, sus exigencias a pesar de que la situación no juega a nuestro favor.—¡Estoy aquí!— grito y mi voz suena pastosa, raspa mi garganta. Quiero salir, quiero irme de aquí pero estoy atada, mis manos están amarradas a lo que parecían ser barras gruesas y de metal muy pegadas a la pared, mientras yo permanezco sentada en el suelo húmedo.La húmeda provoca más frío, hace que mis huesos duelan, siento mi piel débil debido a la baja tem
Sabía perfecto como hacer que Damián bajara la guardia, he aprendido a usar sus misma tácticas para hacerle creer que sí, que ha ganado, que ya todo estaba bien y que finalmente me había ceñido a sus reglas y órdenes.Pero no, yo tenía muy claro mi objetivo: sacar a mi hija del maldito mundo oscuro en el que él estaba metido, antes de que fuera muy tarde. Y lo haría, pese a todo lo haría. Todo ante mi hija perdía valor y sí su vida estaba en peligro me importaba una mierda tener que pasar por encima cualquiera para ponerla a salvo.Como bien se lo dije hace unos días: se estaba subiendo a una balanza, y estaba perdiendo. Yo no iba a quedarme de brazos cruzados esperando a que sus malditos enemigos vinieran y volvieran a arrebatarme a mi hija.Y creo que ya había esperado suficiente, cuatro malditos días en los que no tuve ninguna respuesta. No vino a mí a decirme: Muy bien, Ám. Quiero salir. O un simple: Intentemoslo. Creyó que simplemente yo ya había renunciando a la idea, creyó que
Al despertar ya Damián no estaba a mi lado, quizás se había ido en la madrugada, pues, me dí cuenta de su ausencia cuando recién el reloj marcaba las seis de la mañana.Seguía con la tonta idea de seguir buscando a Mía por lo que no le dí más vueltas al asunto. Después de eso hablé con Cam, dijo que Mía estaba muy bien, que quizás nos extrañaba, pero de ahí en más estaba mucho mejor de lo que esperaba, pues, la niña no había llorado excesivamente por nuestra ausencia.Me sentí muy bien ante esas palabras.Le dije que tuviera cuidado, y después de despedirme y agradecerle un millón de veces más colgué la comunicación y volví a pegar el celular con cinta adhesiva tras mi mesita de noche.El ambiente en la casa seguía igual de tenso, Carmen parecía estar enojada conmigo por haber llevado a la bebé lejos de casa, pero no le presté atención, después de todo y muy dentro suyo sabía muy bien que había tomado la mejor decisión. Su molestia era más bien por hacer sufrir a su preciado bebé que
Después de aquella orden a Hansel, minutos después lo ví salir a paso veloz de la casa. De eso había pasado ya muchas horas, y mis nervios crecían muchísimo más con cada segundo, temía que al llegar trajera a Mía con él, temía que no llegara, temía sí llegaba.Un total caos de emociones y sentimientos, así me sentía; era como sí todos mis sentimientos, todas mis emociones estuvieran corriendo con tanto desespero como personas chocando unas con las otras en medio de una balacera.Solté aire por millonésima vez desde que se marchó, en definitiva estos meses habían sido los más tensos de mi vida, me asfixiaban cada vez más. Jamás en la vida me había sentido tan sofocada, tan tensa y estresada como desde hace tres meses para acá.¡Era como sí una maldita guillotina estuviera constantemente amenazando con cortar mi cabeza!Carmen y las chicas no habían parado de cuestinarme, de preguntar por qué lo hice, por qué la alejé de su padre. Carmen decía que él estaba triste, que la niña era su ad
El regreso a casa fué aún más torturador que el camino al aeropuerto, por más que intentaba no llorar y dejarlo estar, no podía pasar por alto el dolor que sentía al tener que separarla de nosotros para que pudiese estar bien.Me sentía tan confundida y desgastada mentalmente que no me moleste ni siquiera en regresar a la mansión por el bosque, de hecho ni siquiera recordaba el camino; fué fácil encontrar la carretera, pero se me hacía imposible pensar en dónde carajos estaba la entrada al túnel. Por ello, llamé a uno de los guardias y le hice saber que estaba de camino a casa, esto con el único fin de que no creyeran que era un intruso y me asesinaran antes de poder siquiera decir que era yo.El guardia, con la voz confundida y de seguro preguntándose como carajos había salido de la mansión sin cruzar la verja, lo único que dijo fué que estaría esperándome para permitirme el paso a la casa. Y fué exactamente lo que hizo, al llegar todos me miraron como sí fuese un fantasma, algo de o
Último capítulo