Al despertar ya Damián no estaba a mi lado, quizás se había ido en la madrugada, pues, me dí cuenta de su ausencia cuando recién el reloj marcaba las seis de la mañana.
Seguía con la tonta idea de seguir buscando a Mía por lo que no le dí más vueltas al asunto. Después de eso hablé con Cam, dijo que Mía estaba muy bien, que quizás nos extrañaba, pero de ahí en más estaba mucho mejor de lo que esperaba, pues, la niña no había llorado excesivamente por nuestra ausencia.
Me sentí muy bien ante esas palabras.
Le dije que tuviera cuidado, y después de despedirme y agradecerle un millón de veces más colgué la comunicación y volví a pegar el celular con cinta adhesiva tras mi mesita de noche.
El ambiente en la casa seguía igual de tenso, Carmen parecía estar enojada conmigo por haber llevado a la bebé lejos de casa, pero no le presté atención, después de todo y muy dentro suyo sabía muy bien que había tomado la mejor decisión. Su molestia era más bien por hacer sufrir a su preciado bebé que