Había perdido la cuenta de las horas que llevábamos en el jet, pero sabía de sobra que eran muchas ya que hace unas horas la azafatas nos trajo de cenar. Carmen y Helen se habían dormido hace unas horas, Damián seguía tecleando en el computador como un maniático - bueno, tampoco es como si estuviera muy lejos de serlo - y yo no tenía nada que hacer.
Había dormido muchas horas en lo que iba de vuelo y me desperté con la cabeza pegada al brazo de Damián cuando la azafatas puso la bandeja con nuestra cena sobre la mesa, por eso no tenía sueño pero por el aburrimiento podía intentar volver a dormir y de seguro tendría éxito, pero no quería volver a despertar pegada al rubio que ahora estaba malhumorado.
Llevaba mucho rato haciéndo documento tras documento, talvez llevaba unos cien de esos listos y quería preguntarle porqué necesitaba tantos pero a juzgar por su cara capaz y me tiraba por una ventanilla. reí bajito imaginando aquello.
Por la ventana ahora sólo se podía vislumbrar oscuridad