Mundo de ficçãoIniciar sessãoDemian llegó puntual, con el auto impecable y la mirada serena que la había conquistado en esos días de calma.
Aria lo esperaba afuera, en la vereda, con un pantalón de vestir color arena y el cabello suelto que el viento desordenaba sin permiso. Tenía una sonrisa tímida, pero su brillo interior era distinto. Había pasado mucho desde aquel día en que su mundo se derrumbó; ahora, con él, sentía que podía volver a caminar sin miedo.
—Buenos días, señorita Whitmore —bromeó Demian al bajar del auto, con una reverencia exagerada.
—Buenos días, señor Hale —respondió ella, siguiéndole el juego—. ¿A dónde me lleva esta vez?
—A desayunar. Pero no en cualquier lugar. Encontré uno que tiene las mejores medialunas de todo West Palm. ¡Lo juro por mi guitarra!
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