La Conquista Es Hacerla Fuerte A Tu Lado
Dante descendió las escaleras con el paso controlado, pero su mandíbula estaba rígida, como si contuviera una furia a punto de estallar. En el vestíbulo, Rafaele lo esperaba, apoyado contra la baranda con una copa de vino aún en la mano, como si supiera que su hijo no dormiría en paz sin descargar lo que lo consumía.
- ¿Qué cara es esa? - preguntó el padre con calma, aunque sus ojos sagaces lo estudiaban con atención.
Dante se detuvo frente a él, inspirando profundamente.
- La encontré llorando, padre. No frente a mí, claro… pero lo sentí en su voz.
Rafaele alzó una ceja.
- ¿Y qué te ha dicho?
- Lo