Mundo ficciónIniciar sesiónVerte Brillar
Dante cerró la puerta tras él, exhausto. El día había sido largo -demasiado- lleno de reuniones, llamadas y la tensión de haber dejado a Damian en manos de sus abogados. Pero al menos, al cruzar el umbral de la villa, el aire olía a hogar. A ella.
El aroma dulce que venía desde la cocina lo detuvo. No podía ser.
- No… - murmuró, frunciendo el ceño mientras se soltaba el abrigo y lo dejaba en el perchero.
Al doblar por el pasillo, la escena lo golpeó con la fuerza de un trueno: Serena, de pie junto al mesón, con un delantal blanco sobre su vestido, espolvoreando azúcar sobre una bandeja de cannoli. El cabello suelto atado con una cinta para despejar el rostro, le caía sobre los hombros, un rayo de sol la bañaba desde la ventana y su sonrisa era tan tranquila que lo desarmó y enfureció al mismo tiempo.<







