Alejandro soltó una risita fría: —¿Quieres amenazarme con la abuela? Sofía, esa táctica ya está muy gastada.
—¿Y qué? —respondió ella—Mientras funcione, está bien.
Cuando Sofía quiso subir las escaleras, Alejandro de repente la jaló hacia él.
El movimiento fue tan inesperado que el rostro de Sofía se ensombreció y preguntó: —¿Qué haces?
—Sofía, acuérdate bien de quién eres —dijo Alejandro—. Eres mi prometida y hoy le voy a dejar claro a Mateo que eres mía, para que no se le ocurra hacerte ni una sola mala jugada.
Sofía intentó zafarse, pero la fuerza de Alejandro era mucha. Él añadió con voz fría:
—Si te preocupa que la abuela regrese, puedes estar tranquila. Ya le dije que quiero pasar tiempo contigo a solas en casa para fortalecer nuestra relación. Ella está feliz y decidió mudarse.
—¡Tú...!
Sofía se puso aún más seria.
Alejandro se acercó más y más, y añadió:
—Si me entero de que dices mentiras frente a la abuela, adelantaré nuestra boda. Y creo que no querrás perder tan pronto a es