Al ver que su madre había vendido a Sofía a Héctor, Tomás se quedó helado:
—¿Mamá, vendiste a Sofía a Héctor? ¿Y qué pasa con el señor Rivera?
—¿Rivera? —Luisa se enfadó solo de pensarlo—. ¡Esa mocosa de Sofía ofendió por completo al señor Rivera! ¿Tú crees que la familia Rivera aún la va a aceptar como su esposa? ¡Mejor aprovechar que alguien aún la quiere y venderla! ¡Ser la señora Gómez es mucho mejor que quedarse aquí peleando contigo por la herencia!
¡Pum!
En ese momento, la puerta de la casa de los Valdés fue pateada violentamente.
Luisa se sobresaltó por el susto.
Levantó la vista y vio a Sofía de pie en la entrada.
—Tú… ¿Cómo…? —Luisa estaba aterrada. ¡No esperaba que Sofía apareciera ahí!
¿Acaso no se suponía que ya debía estar en el hotel, llevada por el chofer?
—¿Te sorprende que esté aquí? —la voz de Sofía era helada.
Luisa bajó la mirada, visiblemente nerviosa.
Sofía dijo con frialdad:
—Tía, de verdad no lo puedo creer. Aunque nunca tuvimos una relación de madre e hija, te