“……”
Afuera del hotel.
El coche de Alejandro se detuvo justo frente a la entrada. Su asistente le abrió la puerta. En cuanto Alejandro vio la fachada del lugar, su expresión se volvió sombría.
—Señor Rivera, es aquí.
Este tipo de sitios eran centros de entretenimiento diseñados especialmente para jóvenes ricos como Héctor. Con múltiples habitaciones temáticas y un alto nivel de privacidad, muchos adinerados solían tener sus citas aquí.
Justo en ese momento, Héctor salió corriendo del hotel completamente desnudo, con una cara de terror como si hubiera visto al mismísimo diablo. Al ver a Alejandro, se arrastró hasta él y se aferró a su pierna con desesperación.
—¡Se-Señor Rivera! ¡Sálveme!
Detrás de él salieron dos guardias de seguridad armados con porras eléctricas. Ambos llevaban el emblema de la familia Ruiz en el uniforme.
Era obvio que Mateo los había enviado para darle una lección a Héctor.
—¡Señor Rivera, ellos... ah!
Antes de que pudiera terminar la frase, Alejandro ya le había s