—¡Yo tengo a Rivera de mi lado! ¡No le tengo miedo a ese tal Ruiz!
En este momento, Héctor ya estaba completamente cegado por el deseo. Se quitó la camisa, con el rostro lleno de emoción:
—¿La señorita Valdés no es muy gritona? Pues tendrás tiempo de sobra para gritar en un rato.
—¡Héctor, suéltame! ¡No me toques!
Héctor se le echó encima a Sofía, la inmovilizó y rápidamente le metió una bola en la boca. Luego, sin dudar, empezó a golpearla con un látigo.
—Escuché que para agradar a Alejandr, hacías lo que fuera… ¡Pues esta noche quiero ver cómo te complacía él!
Cuando Héctor se inclinó sobre ella, Sofía revivió al instante las humillaciones que sufrió antes de morir en su vida pasada.
El rostro de Héctor se fusionó con el de aquellos secuestradores. Apretó los puños con fuerza.
¿De verdad, incluso con esta segunda oportunidad, tenía que vivir la misma pesadilla que antes?
¡Alejandro! ¿De verdad te debo esto?
¡No!
El dios le dio otra vida.
¡No iba a rendirse!
¡Jamás!
Sofía forcejeó con