Capítulo 47
—Está bien —dijo Sofía con tranquilidad al ver que Luna se alejaba. Solo entonces volvió a subirse al coche.

Un rato después, llegó el chófer de los Valdés.

Al ver que era Ernesto quien conducía, Sofía preguntó:

—¿No se suponía que hoy le tocaba a Carlos?

—Carlos se enfermó, señorita. Yo estoy cubriéndolo —respondió el tío con una sonrisa—. ¿Quiere que la lleve directo a casa?

—Ajá —asintió Sofía—. Arranca, por favor.

—Claro.

Mientras el coche avanzaba, Sofía se recostó contra la ventana con cierto cansancio.

El aire acondicionado estaba encendido, y como era un espacio cerrado, no pasó mucho tiempo antes de que empezara a sentirse mareada. Frunció el ceño y dijo:

—Tío Ernesto, ¿puede abrir la ventana? Me siento un poco mareada...

—Ya falta poco, señorita. Intente aguantar un momento más —respondió él.

Pero el mareo se intensificó, y Sofía se sintió con náuseas. Estiró la mano para bajar la ventanilla por sí misma, pero se dio cuenta de que estaban bloqueadas.

Y para su sorpresa, Ernes
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