Ellos estaban convencidos de que lo habían hecho todo a la perfección. Antes de actuar habían bajado la palanca de luz de todo el piso donde estaba la oficina de los maestros vigilantes.

¿Quién había filtrado lo ocurrido?

—Profesor, ¿y qué pruebas tiene contra nosotros? —preguntó Mariana, intentando mantener la calma.

Pero el jefe de disciplina ya estaba harto.

—¿Pruebas? La comisión disciplinaria las tiene todas. El escándalo ya reventó y las evidencias son irrefutables. No solo alteraron sus propios exámenes, también destrozaron el de otra alumna. Mariana, siendo presidenta del consejo, serás expulsada de la universidad. Mejor preocúpate por ti misma.

Al escuchar esto, los demás miembros del consejo se derrumbaron.

—¡Profesor, yo no tuve nada que ver! ¡Mis exámenes eran auténticos!

—¡Sí, sí! ¡Todo fue idea de Mariana! Ella era la presidenta, solo la seguimos.

—¡Exacto! La que rompió la hoja fue Mariana, nosotros no se lo pedimos.

Uno tras otro, todos se deslindaban, cargando la culpa