Escuchando las voces de sus compañeras, Lola casi terminó creyéndose la historia. Por un instante olvidó quién era en realidad y se dejó llevar por la ilusión de convertirse en la prometida de Alejandro.
Pero pronto la realidad la golpeó: Alejandro había defendido a Sofía incluso a costa de humillar a Mariana. Esa idea le encendió de nuevo la incertidumbre.
¿Sería posible que Alejandro realmente hubiera empezado a sentir algo por Sofía?
No… si se tratara de Mariana, ni una palabra habría dicho.
¿Por qué entonces Sofía?
Al fin y al cabo, Sofía era solo una heredera caída en desgracia, la hija de una familia que ya no podía sostenerse en pie. No era tan distinta a ella, una muchacha llegada del campo.
Si Sofía había logrado desplazar a Mariana, ¿por qué ella no podría, a su vez, arrebatarle a Sofía el lugar de señora de los Rivera?
A la mañana siguiente, Sofía se levantó temprano y fue a la universidad.
Ese día había examen. La mayoría de los estudiantes ya estaban allí. Apenas Sofía cru