Cuando el Javier lanzó aquella pregunta, Alejandro mostró con claridad su fastidio.
—¿No se supone que ya quedó todo resuelto? ¿Para qué seguir limpiando su nombre?
De un manotazo arrojó los documentos sobre el escritorio. En ese mismo instante, la puerta se abrió y Mariana entró con paso firme.
Al verla tan alterado, dejó escapar una leve sonrisa y preguntó con suavidad:
—¿El trabajo de Javier no te dejó conforme? ¿Por qué te enojas tanto?
En cuanto recibió en la universidad la noticia de que Alejandro la había mandado llamar, Mariana salió corriendo para verlo. Sin embargo, al encontrarse con esa expresión en su rostro, una inquietud punzante le recorrió el pecho.
Alejandro no tardó en ir directo al grano:
—Lo que pasó en la universidad con las noticias sobre Sofía Valdés, ¿fuiste tú?
Su tono era de reproche, de juicio abierto. De haber sido antes, nunca le habría hablado así.
—¿Me estás interrogando por ella, Alejandro? —la voz de Mariana se quebró con un dejo de tristeza—. Antes j