Las palabras de Mariana apenas habían salido de sus labios, cuando de pronto, desde la computadora de Alejandro Rivera comenzó a escucharse una conversación demasiado familiar.
—¡Ah! ¡Mariana! ¿Qué estás haciendo? —la voz de Silvia irrumpió en la sala.
Del altavoz se oyó claramente a Mariana decir:
—Esta herida solo parece grave, pero en realidad no es nada. Además, solo así, cuando veamos al rector, tendremos argumentos para que expulsen a Sofía. Silvia, sé que esto puede ser incómodo para ti, pero somos amigas. Confío en que lo entenderás, ¿cierto?
El rostro de Mariana se tornó cada vez más sombrío al escuchar su propia voz en aquella grabación.
Y no bastando con eso, también comenzó a reproducirse el audio de la conversación que había tenido con el rector la tarde anterior.
—Mariana, como presidenta del consejo estudiantil, debes saberlo: Sofía provocó disturbios. Ya pedí las grabaciones de la biblioteca y en ellas se ve claramente que fue ella quien actuó primero. He dado instrucc