Capítulo 283
Al escuchar a Julián, Alejandro guardó silencio.

—Admítelo, Alejandro—insistió Julián—. Estás interesado en la señorita Valdés y ni siquiera lo reconoces. Por eso andas distraído.

—Basta. —Alejandro se puso de pie y ordenó con frialdad—. No vuelvas a tocar este tema.

De inmediato le habló al secretario Javier, que lo esperaba en la entrada:

—Javier, vamos.

—Sí, señor.

Javier lo condujo fuera del club. Julián, mirando su espalda alejarse, solo pudo sacudir la cabeza resignado.

Afuera, Alejandro ya había subido al coche.

—¿Vamos directo a casa, señor, o…? —preguntó Javier.

—A la casa de Sofía.

Javier se quedó sorprendido.

—¿A la casa de la señorita Sofía? Pero ya es muy tarde, quizá… —No se atrevió a completar la frase: quizá no era apropiado.

Alejandro dudó unos segundos y luego soltó:

—¿Tú también piensas que me gusta Sofía?

—Yo… —Javier no se atrevía a responder. ¿No debía ser él mismo quien lo supiera mejor?

—Habla. —La voz de Alejandro sonó más fría.

—Solo creo que, desde la fiesta
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