—Sí, señor Casanova.
Al escuchar eso, el rostro de Mariana cambió. Al ver que Bruno se acercaba, no dudó en esconderse detrás de Alejandro, con el rostro tenso y la voz temblorosa.
—Alejandro...
Él la protegió de inmediato, colocándose frente a ella con el rostro endurecido.
—¡Sofía, ya basta!
—Señor Rivera, ¿y eso qué tiene que ver conmigo? Yo no he dicho absolutamente nada —respondió Sofía, aunque al hablar se acercó un poco más a Elías.
La escena encendió la furia en Alejandro.
¿Qué clase de lugar era este?
¿Y Sofía pretendía dejarlo en ridículo delante de todos?
—Bruno —dijo Elías con calma—, ¿acaso no me escuchaste?
—Sí, señor.
Bruno dio un paso al frente. Mariana clavó la mirada en Sofía, alzando la voz:
—¡Señorita Valdés! Sé que no te agrado, pero no deberías permitir que el señor Casanova me trate así. Soy la acompañante de Alejandro esta noche. Lo que haces... ¿es contra mí o contra él?
Claramente, la acusaba de no interceder ante Elías en su favor.
Pero Sofía no era tan tonta